Friday, April 06, 2007

MURIO UN DOCENTE EN NEUQUEN-
A las 18 le diagnosticaron muerte cerebral y a las 23 lo desconectaron del respirador. Masivo repudio al gobierno. En medio del dolor, los docentes marcharon anoche.
NEUQUEN (AN).-
A las once de la noche, los médicos del servicio de terapia intensiva desconectaron del respirador mecánico a Carlos Fuentealba y el docente -salvajemente agredido el miércoles- falleció en el hospital Castro Rendón, que fue literalmente rodeado de manifestantes que culparon de todo lo ocurrido al gobernador Jorge Sobisch."Sobisch asesino, Sobisch asesino", gritó la multitud que se congregó en la calle Buenos Aires y en el hall central del nosocomio neuquino donde alrededor de las 20 el doctor Sergio Homann dio el último parte oficial. A las seis de la tarde, al cabo de una tomografía, los profesionales determinaron que Fuentealba -de 41 años- tenía muerte cerebral y que ya no había lugar para milagros. El docente recibió el impacto de una granada de gas en la cabeza, el miércoles cuando la columna de docentes que había ido a cortar las rutas 22 y 237 se replegaba entre Senillosa y Arroyito. El policía que disparó contra el docente integra un apretado círculo en el cual hay cuatro efectivos identificados. Se estima que hoy a primera hora habrá una autopsia y luego se definirán horarios y lugares, del velatorio y el sepelio.Cuando se conoció la suerte de Fuentealba miles de personas marcharon en ceremonia de reclamo y luto por el centro de esta ciudad. Después, una gran mayoría fue a la zona de los puentes de Neuquén en un jornada donde el gremio ATEN parece haber zanjado algunas diferencias.La muerte del docente y una denuncia de desaparición luego desmentida de Gonzalo Arroyo -el hombre que conducía el auto donde fue herido de muerte Fuentealba- marcaron otra jornada de tensión en la provincia. Y particularmente en la capital neuquina, que se encuentra bloqueada por los piquetes que cortan los puentes que unen con Cipolletti y Cinco Saltos. Sólo se puede transitar por el dique Ingeniero Ballester, saturado de vehículos a pesar de los feriados de Semana Santa.La crisis desatada por la represión se agravó con la muerte de Fuentealba y dejó en el centro de la escena al gobernador y candidato a presidente Jorge Sobisch quien ayer se vio obligado a dar la cara (ver aparte). Después, tuvo que escapar de Casa de Gobierno disfrazado de policía. Allí, minutos antes, el mandatario dio una nerviosa conferencia de prensa en la que hubo ausencia de autocrítica. Igual se hizo cargo de haber ordenado el desalojo. Fue la primera aparición del gobernador en el marco del conflicto que se ha extendido a lo largo de todo el país. Por caso, en Buenos Aires y Mar del Plata hubo destrozos en los locales que lo promueven como presidente mientras que el lunes habrá un paro nacional de Ctera y la CTA (ver página 10)."Tengo en mis manos las renuncias de todos los integrantes de mi gabinete", dijo que Sobisch quien se irritó cuando le preguntaron si sentía que esta situación lo dejaba en una condición de debilidad o si se hacía alguna autocrítica."Estoy mostrando mi fortaleza, a esta altura no me vas a venir a chicanear vos", reaccionó ante las preguntas de un periodista del canal Todo Noticias.Con el conflicto instalado en todos lo medios nacionales, el propio ministro de Interior, Aníbal Fernández, tuvo que referirse a la crisis de Neuquén."No me he comunicado con Neuquén y no he hablado con el gobernador ¿para qué iba hacerlo? Si su propio secretario (sic) de Seguridad (Raúl Pascuarelli) ha salido a reivindicar la represión", dijo Fernández en una rueda de prensa (ver aparte).Sobisch dijo que se caerá "con todo el peso de la ley" sobre el autor del disparo pero enseguida aclaró que "hubo enfrentamientos y ataques de ambos lados". A la vez hizo una temeraria denuncia. Dijo que hay dirigentes que están pagando 50 pesos para provocar desmanes en el centro de la ciudad. No dio nombres.A medida que Sobisch hablaba para todo el país, los docentes comenzaron a rodear la Casa de Gobierno pues su discurso lejos estuvo de atemperar ánimos. Todo lo contrario.Afuera, retumbaba el grito de "Sobisch asesino" y cada vez con más frecuencia se escuchaban los golpes contra las paredes.La presión fue tal que el personal de seguridad atravesó la sala con postigos de hierro y trabó las puertas, blanco de los golpes. Mientras Sobisch caminaba rápido hacia su despacho, los periodistas buscaban la salida para registrar la movilización que, a esa altura, se traducía en cánticos hirientes a Sobisch (ver página 8). Preocupados por evitar que los manifestantes ingresen al edificio, los policías optaron por trabar las puertas y los periodistas, camarógrafos y reporteros gráficos -alrededor de cuarenta-, quedaron encerrados.La confusión ganó el escenario. Así los hombres de prensa iban de la puerta de Roca y Rioja a la Belgrano, sin que ninguna se abriera, mientras los funcionarios cruzaban oficinas y patios, desorientados. Nadie podía salir.En medio del alboroto se vio a un par de efectivos conduciendo a Sobisch para que saliera por el patio del auditorio, que tiene como alternativa salidas por Santiago del Estero y Roca. Pero no le dieron tiempo. A esa altura los manifestantes ya estabanen los portones, enardecidos.

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